Cuando tratamos de ordenar nuestra vida, necesariamente llegamos a un punto difícil: elegir entre lo urgente y lo importante. Cuando elegimos siempre lo urgente, nos enfrascamos en la frenética misión de andar “apagando incendios”, sin tener un plan, un curso de acción o una adecuada evaluación de nuestros resultados. Con el paso del tiempo nos agotamos, nos enfermamos y se nos produce la sensación de que avanzamos muy poco, ya que muchas cosas quedan sin resolver. 

¿Por qué ocurre esto? Básicamente porque actuamos como si “todo fuera importante”. Al tener esta falsa impresión, el necesario proceso de establecer prioridades queda a un lado y terminamos encerrados en un callejón sin salida. 

Por ello, les propongo que esta mañana pensemos en las prioridades que Dios ha establecido en Su Palabra, para que ellas nos guíen, nos liberen y nos enfoquen saludablemente.

Cuando el apóstol Pablo termina de repasar un resumen de lo que Dios ha hecho por nosotros, nos desafía a responder con entrega y sacrificio, pero enfocados en la voluntad de Dios. Ello requiere un cambio de mentalidad que nos permita alcanzar este enfoque:  “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:2)

De este modo veremos cuáles son las prioridades de Dios que deben guiar nuestra vida:

I. LA VOLUNTAD DE DIOS

Deuteronomio 6:5

Debemos colocar al Señor en el centro de nuestra vida

II. LA OBRA DE DIOS

Romanos 8:29

Debemos anhelar que el carácter de Cristo sea formado en nuestra vida

III. LA VISION DE DIOS

Mateo 6:19–20

Debemos trabajar buscando logros trascendentes y no superficiales en nuestra vida 

IV. LA MISIÓN DE DIOS

Colosenses 1:28–29

Debemos vivir enfocados en alcanzar la madurez espiritual por el poder de Dios en nuestra vida

Con las prioridades claras, nos podremos dar cuenta que no todo lo que hacemos es importante ni urgente. Sino solo aquello que conduce a obtener lo que Dios espera de nosotros, en Cristo.

Que el Señor les bendiga.

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