Las relaciones humanas son complicadas. En algún momento de la vida podremos comprobar que aunque seamos amistosos y procuremos el bienestar de los demás, es probable que surja un conflicto que nos haga enemistarnos, incluso con quienes más amamos. 

La instrucción es clara. Hay que resolver el conflicto con la ayuda del Señor, perdonar como lo haría el Señor y reconciliarnos. 

Veamos qué dice el Señor al respecto en su bendita Palabra en dos casos en particular:

I. CUANDO NOSOTROS HEMOS HECHO MAL A ALGUIEN:

“Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda”. (Mateo 5:23–24)

II. CUANDO ALGUIEN NOS HA HECHO MAL A NOSOTROS:

“Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. Más si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano. De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo”. (Mateo 18:15–18)

¿Crees que el Señor te ha hablado mediante este sencillo mensaje, como lo ha hecho conmigo? Entonces, reconcíliate cuanto antes. Y también compártelo, tal vez a alguien más le pueda servir.

Que tengas una semana bendecida.

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